El juego limpio y la agresividad son valores fundamentales asociados con el deporte. Pero, ¿por qué perdemos a veces el respeto por estas reglas?
Cuando los deportistas, clubs o entrenadores ponen demasiado énfasis en obtener la victoria a toda costa, el reglamento se verá como un obstáculo para ese objetivo y se intentarán evitar estas reglas cada vez con más frecuencia. Aquí entran en juego la violencia, toda agresión física o psicológica inaceptable con intención de herir o intimidar a los rivales, tanto fuera como dentro del campo, y la agresividad, sobre la que en el deporte influyen diversas variables como el racismo, la frustración o los intereses deportivos.
En las gradas encontramos la agresividad desde la seguridad de lo que se diga no será castigado e incluso se encontrará apoyo en otros espectadores. Además, se encuentra en ocasiones que los espectadores utilizan este espacio seguro para liberar las tensiones acumuladas durante la semana. Es conveniente diferenciar entre el típico aficionado y los hinchas violentos, ya que los primeros están centrados en pertenecer al grupo mientras que los hinchas violentos utilizan el fútbol como excusa para ejercer la violencia.
Por otra parte, tenemos el “fair-play” o juego limpio. El “fair-play” incluye el respeto por las reglas decididas y fijadas para un deporte (por ejemplo, el fútbol) e incita al respeto de las reglas morales dentro del deporte (por ejemplo, la generosidad). Entre los ejemplos de fair-play en el fútbol encontramos ayudar al jugador rival a levantarse, disculparse en caso de haber cometido una falta o enviar el balón fuera del campo para que un jugador sea atendido por los servicios médicos. Los ejemplos de anti fair-play serían realizar faltas sin intención de jugar el balón, peleas entre los miembros de equipos rivales, pérdidas de tiempo intencionadas o simular una lesión.
Como hemos dicho anteriormente, cuando se trata de obtener la victoria a cualquier precio se pierde, en ocasiones, el respeto por estas reglas: se presiona al árbitro más de la cuenta o los jugadores se emplean con excesiva dureza.
¿Cómo promovemos el juego limpio?
Para promover un juego limpio debemos adoptar una nueva visión sobre el deporte. Algunas de las medidas que podemos mejorar para conseguir el ansiado “fair-play” son:
Darle importancia a la participación y al esfuerzo
Educar en valores a los jugadores y entrenadores
Trabajar la gestión emocional frente a la frustración
Restarle importancia a la victoria, recompensas, trofeos o premios
Conceder menos importancia a la competición
Reforzar las sanciones en caso de no seguir el reglamento
Poner la atención en el placer y la diversión en el deporte
Si bien es cierto que en los últimos años se han producido cambios para luchar contra la violencia en nuestros campos y estadios, no es menos cierto que aún nos queda mucho trabajo por hacer. Por ello, debería implementar nuevos proyectos en los equipos, como promover campañas antiviolencia en las que los protagonistas sean los entrenadores, jugadores, árbitros y público o incrementar la formación técnica, táctica y psicológica de los entrenadores y árbitros para aprender a gestionar mejor estas situaciones.
Escrito por Paula Ortega Pérez
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