Daniel Montero- Rivas 17/12
Los alevines de Pablo González vuelven con una inmerecida derrota de Villarejo de Salvanés
Los alevines de La Meca de Rivas cosechan su cuarta derrota en la liga ante la Escuela Municipal de Villarejo de Salvanés. Un partido cuyas características fueron la tragedia y la mala suerte.
El partido comenzó muy bien para los de La meca. Desaparecieron los nervios que se mostraron en los anteriores partidos, y los jugadores tocaban y tocaban la pelota, sin dar opción al rival. La Meca gozaba de oportunidades de cara a gol, pero eran mal ejecutadas.
Así llegamos al minuto 10, cuando una pérdida por parte de nuestro medio centro es aprovechado por el equipo local con un balón a la espalda de la defensa, en ese momento, sale el portero de manera equivocada tocando el balón con la mano fuera de área. José es expulsado por parte del colegiado, que así lo indicó, cargándose el partido de esta manera. La falta, que es ejecutada perfectamente, pone el 1-0 en el marcador.
Aun así los de La Meca no bajaron los brazos, y siguieron jugando como si fuesen once jugadores. El juego desplegado fue todavía aún mejor, el sacrifico por parte de los jugadores a la hora de atacar y defender fue digno de admirar, y tuvieron oportunidades de todos los colores y sabores, pero ninguna era aprovechada.
Pero de nuevo, al término de la primera parte, un balón despejado en largo por parte del Villarejo, es aprovechado por su delantero convirtiendo el 2-0.
De esta manera llegamos al descanso, donde un marcador adverso de 2-0 y una expulsión algo sobrepasada no fue motivo para irse con la cabeza baja.
El equipo volvió más intenso a la segunda parte, estaban motivados porque sabían que podían remontar. Pero la gasolina de los jugadores no dio para mucho más, que empezaron a sentirse cansados ante la superioridad numérica del rival.
Cuando ya no podían hacer nada, en el tiempo añadido, el Villarejo con su tercer tiro a puerta en todo el partido metía el 3-0.
Un resultado muy abultado para lo que fue el desarrollo del partido. Aun así los chicos salieron contentos porque ellos mismos vieron que el juego realizado fue mejor que el del rival y que la mala suerte se apoderó de ellos